Nuestro modelo de vida y desplazamiento en las ciudades está dominado por el uso indiscriminado del automóvil, aunque curiosamente en ellas no circulaban coches hace apenas cien años. Los coches realmente nunca fueron necesarios en las ciudades, en su origen no eran considerados un modo de transporte sino una forma de divertirse, un símbolo de libertad y de poder. Sin embargo el coche acabo imponiéndose en el siglo XX y hoy es responsable de los conflictos de la movilidad urbana.
Ahora la mayoría de ciudades reconocen el error y tratan de enmendarlo con políticas de movilidad urbana que limiten su uso. El tráfico de vehículos motorizados tiene grandes consecuencias negativas en el medio ambiente y en la calidad de vida de las personas. Esos solo son los principales conflictos de la movilidad urbana pero no los únicos:
La contaminación atmosférica
De todos los conflictos de la movilidad urbana el más visible es la contaminación atmosférica que produce el transporte. En España una tercera parte de las emisiones del sector del transporte se corresponden con el tráfico urbano lo que contribuye a deteriorar la calidad del aire de las ciudades y tiene efectos desastrosos cobre la salud de las personas.
Las partículas finas que se encuentran en el aire urbano y respiramos causan según la Organización Mundial de la Salud (OMS) unas 350.000 muertes anuales en Europa, 16.000 de ellas en España. Esto es especialmente grave para los que padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas, niños y embarazadas.
La contaminación acústica: El ruido
El ruido es también una forma de contaminación y en las ciudades su principal causante es la circulación de vehículos privados. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el ruido es un problema de primer orden. Y es que aunque parezca increíble es la principal amenaza para nuestra salud, causante del 36% de los factores por los que enfermamos de dolencias cardiovasculares, hipertensión, ictus o depresión.
El ruido proviene del propio coche (motor, aire acondicionado y escape), del rozamiento de los neumáticos en las calles y del viento. Las políticas de movilidad urbana lo intentan combatir limitando la velocidad, restringiendo el acceso a zonas céntricas, implantando pavimentos que absorben el ruido o con la delimitación de zonas sensibles a la contaminación acústica.
El elevado consumo energético
El transporte es el principal consumidor de energía en España (43%) y en el resto de países de la unión europea (33%). En España el transporte es el responsable de casi la mitad de la energía que consumimos y de esa energía un 15% correspondería al transporte particular, el que hacemos con nuestros propios coches. De hecho si consideramos la energía necesaria para fabricar y mantener los vehículos la demanda de energía es aproximadamente el 50% de la que consumimos en España. Además el 100% de esa energía proviene de combustibles derivados del petróleo, un recurso no renovable.
Accidentes y Seguridad
Aunque no nos lo parezca es más probable sufrir un accidente en ciudad que en carretera. En la UE dos de cada tres accidentes y una de cada tres víctimas de producen en el ámbito urbano. En España hay menos accidentes que en la media europea pero por el contrario hay un mayor número de víctimas. Pero el gran drama es otro, la mayoría de los heridos y fallecidos son los peatones y ciclistas. El atropello de peatones suele ser la primera causa de muerte por accidentes de tráfico en las ciudades.
La Congestión del tráfico
Es un problema cotidiano en nuestras ciudades y trae consigo elevados costes, ya que incrementa los conflictos de la movilidad urbana anteriores: contaminación, calidad de vida, ruido y un mayor consumo de petróleo. Sin olvidar el tiempo que nos roban los atascos: Según el RACC el equivalente a 7 días laborables al año, sin olvidarnos del cansancio y estrés que nos genera esa pérdida de tiempo.
Las políticas de movilidad urbana tratan de luchar contra la congestión del tráfico aplicando soluciones que reduzcan la dependencia del vehículo privado y fomentando el uso del transporte público.
Ocupación del Espacio Público y Efecto barrera
La ocupación de las calles por tanto vehículo circulando y aparcando tiene también repercusiones psicológicas en nuestra salud. La movilidad urbana de vehículos limita el uso de las calles como algo más que vías de transporte, quitándonos a los peatones su uso para otras funciones. Se trata de un reparto poco equitativo del espacio público: los estudios hablan de un 70% del espacio público ocupado por los automóviles, y un 80-90% de ese tiempo están estacionados, eso significa que algo más de 20 horas diarias del uso de las calles se resta a otras funciones urbanas para desaprovecharlo con coches aparcados .
Cuando las calles son anchas se produce además un efecto barrera que interrumpe la movilidad de las personas. En el caso extremo de autopistas, rondas o vías ferroviarias los peatones no pueden atravesarlas. Pero incluso en el caso de avenidas o calles de varios carriles por sentido en las que tenemos semáforos que regulen el tráfico y nos permitan cruzarlas, el efecto psicológico de barrera sigue estando presente.
Por un modelo de movilidad urbana sostenible
En definitiva, el modelo actual basado en el transporte privado presenta numerosos conflictos de movilidad urbana incompatibles con el deseado desarrollo sostenible. Repercute negativamente en nuestra salud, en nuestra calidad de vida, en nuestro medio ambiente y además depende del petróleo, un recurso energéticos no renovable.